lunes, 21 de mayo de 2012

27 de Abril de 2012. Texto por Álex de la Iglesia.


Recordar

Frío. Te abrigas. Comienza a llover. Tienes prisa, o no. Hay cosas por hacer y la angustia se mantiene caliente en el termo. Los problemas ruedan por tu cabeza, como bolas de billar jugadas por un torpe. Tus pies te llevan de un lado a otro sin rumbo, por caminos magnéticos inconscientes. Cuando te quieres dar cuenta, ya te has desviado millas de tu objetivo. Estás en la calle Silva. Tu otro yo, que te acompaña siempre, sabe perfectamente dónde se dirige. Tu amigo invisible, ese conejo gigante que hace de tí lo que quiere, te empuja hacia la puerta. Ahí estás otra vez.

¿Por qué? ¿Por qué siempre lo mismo? Porque no hay salida. No puedes huir de tu pasado. Quieres ser otro, ser adulto de una maldita vez. Quieres cambiar, mejorar. Pero no es posible, porque hace frío. Fuera, en el mundo, en la realidad áspera e ininteligible, hace una rasca de cojones. No has conseguido superarlo. Siempre estuviste incómodo en el mundo real. Harvey, el conejo, se empeña en que lo reconozcas. No es un problema de madurez. No hay nada que madurar. Heidegger lo sabía. Hay que asumirlo. Eres un Goofy-Goover, como diría Patricio. Hay que entrar, y asumirlo, enfrentarse a ello. Ya no tenemos edad para disimular, ni siquiera para sentirse culpables.

Te gustan los tebeos, más que nada. Te enloquecen. Así de absurdo. Así de triste. Te gustan los dibujos, y los globitos. Te gustan los narigones, y los superhéroes musculosos, y las macizas, y los raros, y el Príncipe valiente, y sobre todo, Flash Gordon. Y te gustan los tebeos raros, los bonitos, y los graciosos. Pero sobre todo te gusta estar ahí dentro, porque te sientes como en casa. Adoras a los chicos, a la chica de la tienda. Nunca se lo has dicho. Sería horrible. Pero sin haber cruzado más de dos palabras con ellos, para hablar de Rip Kirby o el último Daniel Clowes, sabes que son como hermanos, amigos para siempre, hermanos de sangre. Darías la vida por esa tienda, y cuando la ves llena de mecanotubos, porque el techo se cae, adviertes alarmado que algo muy importante en tu vida se resquebraja, y tienes miedo. Ellos, los chicos de la tienda, te tranquilizan. –No pasa nada. Es una cosa provisional.

Provisional como todo en tu vida, excepto esta tienda de cómics. La tienda permanece. El universo se expande y Madrid Cómics nos sirve para trazar un eje sobre el que establecer parámetros, para no perderse en el raído mapa de los Héroes del Tiempo, robado al Ser Supremo. Todo gira a partir de este Omphalos, ombligo del mundo, donde comenzó todo.

Llueve, hace frío, pero el calor de los recuerdos calienta nuestras almas exhaustas. Gracias a Madrid Cómics no necesito mecanotubos que me sostengan. Gracias a vosotros, amigos de Madrid Cómics, siento que algo permanece, en el caos absurdo que reina sobre nuestras cabezas. Volveré, una y otra vez, a oler, a toquetear las páginas de sus tebeos, a poner a prueba vuestra infinita paciencia, y a recordar.



- Alex de la Iglesia -

sábado, 19 de mayo de 2012

26 de Abril de 2012. Texto por Javi.


Madrid Cómics fue desde el principio de los tiempos, los míos, el referente de mis viajes semestrales desde tierras vizcaínas a la capital. Cuando era un pipiolo con casi todo por descubrir, yo bajaba las escaleras en su emplazamiento original en Los Sótanos de Gran Vía y se me habría un mundo de color que para mí hubiera querido en Bilbao (luego, con los años, tomaría cuerpo Joker Cómics con un admirable empuje, pero esa es otra historia). Y allí hacía unas jugosas compras anónimas con mis ahorros de chaval que luego, en plena época estival, devoraba la sombra de la floresta del Palacio
de Oriente, feliz no, lo siguiente. Años después, ya en Silva, tras recorrer en bus los 400 kilómetros, seguía dejándome caer por Madrid Cómics, ya con Eloy y Manolo al frente y con todos aquellos que una vez fueron o siguen siendo parte del equipo (Maribel, Josito, Ricardo, Ángel, Nerea…) y la librería continuaba siendo el referente donde comprar generosas raciones de tebeos en mis razzias capitalinas.

El contacto epidérmico acabaría tornándose intenso. Pero no en Madrid, sino en Francia. Un servidor tenía ya una relación con el medio comiquero que había trascendido a la del aficionado lector, y fue en Angoulême, la ciudad del cómic, donde conocí de primera mano a la excelsa conexión “madrileña”, entre los que estaban el propio Eloy y otros grandes como Chuso, Oscar Palmer, Manuel Bartual o Eduardo García Sánchez, donde no parábamos de departir al calor del amor de la barra (libre) del bar en la zona profesional de la feria gala. Y de las compras en la librería, la cosa pasó a compartir proyectos. Algunos que no acabaron de fructificar, pero que por dejar de darle al magín conjuntamente no iba a ser. Y otros que sí tuvieron lugar: firmas varias con autores, recuperar Hicksville esa joyita agotada esa obra que Balboa coeditó y codescubrió para el lector en castellano o posibilitar el desembarco del catálogo de Astiberri en la Feria del libro de Madrid. En fin, treinta años de vida comiquera, charletas interminables y mucha empatía destilada que da un gustazo celebrar.

- Javi- ¡Salud!

25 de Abril de 2012. Texto por David Muñoz.


Llego a Madrid Comics con mi hija.

Eloy y Nerea están hablando de un texto que les ha enviado Javier Olivares para subirlo a su página web. Les pregunto de qué habla y Eloy me explica que es sobre la tienda. Están celebrando su aniversario y le han pedido a algunos clientes que escriban un texto hablando de Madrid Comics.

“¿25 años, no?”, digo.

“No, 30”, me replica Eloy con una sonrisa muy pilla que deja muy claro que sabe lo que se me está pasando por la cabeza.

Madre mía… 30 años. No me lo puedo creer.

¡¡¡¿Cómo es posible que hayan pasado ya 30 AÑOS?!!!

Pero si Eloy lo dice, debe ser verdad.

30 años comprando cómics en la misma tienda...

Porque no hay una sola semana en que no me pase por Madrid Comics para ver qué novedades han salido o para recoger los tebeos americanos que encargo a través del catálogo Previews. En realidad, ahora que lo pienso, creo que ir por allí es casi lo único que he hecho de forma continuada durante estos últimos 30 años. Eso y ver de vez en cuando a mis padres y a mis hermanos.

Pero Madrid Comics ha sido mucho más para mí que el lugar dónde compro mis tebeos.

Por Ej., hace a lo mejor 20 años en Madrid Comics conocí a José María Méndez, director del por entonces boletín de la librería, Urich, en cuyas páginas publiqué mis primeros textos, y algo más tarde a Santiago García, director del fanzine U, el hijo de Urich. Sin ellos, no sé si me hubiera dedicado a escribir. Y en Madrid Comics me encontré también por primera vez con Antonio Trashorras, con el que escribí mis primeros guiones de cine y de televisión. De no haberle conocido, no tengo muy claro que hubiera llegado a ganarme la vida como guionista.

En una época en la que Internet aún no existía, ir por la tienda era la única manera de ponerse en contacto con otros aficionados al cómic con ganas de hacer cosas.

La verdad es que sin Madrid Comics creo que mi vida habría sido muy diferente.

Todavía hoy, cuando salgo de una reunión, si estoy por el centro lo primero que se me ocurre es pasarme por Madrid Comics “a ver qué ha salido”. En realidad, me da igual que haya o no novedades, pasarme por Madrid Comics me ayuda a relajarme y a llegar a casa con ganas de ponerme a escribir. Es casi un vicio.

A veces me da miedo que un día de estos la crisis se lleve por delante a Madrid Comics. Igual que se ha llevado ya a otras tiendas de cómics, como El Aventurero (ir camino de mi casa viniendo del centro tras pasar por la Plaza Mayor ya no va a ser lo mismo sin poder echar un vistazo a su escaparate). Pero de momento, Madrid Comics aguanta. Y si ha aguantado 30 años… ¿por qué no va a poder aguantar otros 30?

Me gusta imaginar a mi hija comprando cómics en el Madrid Comics del futuro (y si los cómics del futuro ya solo se descargan, muñecos, camisetas, o lo que sea).

A lo mejor es la única tradición familiar que le acabo traspasando.

Feliz Cumpleaños.

- David Muñoz- Madrid Comics. Tradición familiar.
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