sábado, 19 de mayo de 2012

26 de Abril de 2012. Texto por Javi.


Madrid Cómics fue desde el principio de los tiempos, los míos, el referente de mis viajes semestrales desde tierras vizcaínas a la capital. Cuando era un pipiolo con casi todo por descubrir, yo bajaba las escaleras en su emplazamiento original en Los Sótanos de Gran Vía y se me habría un mundo de color que para mí hubiera querido en Bilbao (luego, con los años, tomaría cuerpo Joker Cómics con un admirable empuje, pero esa es otra historia). Y allí hacía unas jugosas compras anónimas con mis ahorros de chaval que luego, en plena época estival, devoraba la sombra de la floresta del Palacio
de Oriente, feliz no, lo siguiente. Años después, ya en Silva, tras recorrer en bus los 400 kilómetros, seguía dejándome caer por Madrid Cómics, ya con Eloy y Manolo al frente y con todos aquellos que una vez fueron o siguen siendo parte del equipo (Maribel, Josito, Ricardo, Ángel, Nerea…) y la librería continuaba siendo el referente donde comprar generosas raciones de tebeos en mis razzias capitalinas.

El contacto epidérmico acabaría tornándose intenso. Pero no en Madrid, sino en Francia. Un servidor tenía ya una relación con el medio comiquero que había trascendido a la del aficionado lector, y fue en Angoulême, la ciudad del cómic, donde conocí de primera mano a la excelsa conexión “madrileña”, entre los que estaban el propio Eloy y otros grandes como Chuso, Oscar Palmer, Manuel Bartual o Eduardo García Sánchez, donde no parábamos de departir al calor del amor de la barra (libre) del bar en la zona profesional de la feria gala. Y de las compras en la librería, la cosa pasó a compartir proyectos. Algunos que no acabaron de fructificar, pero que por dejar de darle al magín conjuntamente no iba a ser. Y otros que sí tuvieron lugar: firmas varias con autores, recuperar Hicksville esa joyita agotada esa obra que Balboa coeditó y codescubrió para el lector en castellano o posibilitar el desembarco del catálogo de Astiberri en la Feria del libro de Madrid. En fin, treinta años de vida comiquera, charletas interminables y mucha empatía destilada que da un gustazo celebrar.

- Javi- ¡Salud!

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